No alcanza con hablar, hay que estar”

Martes. Son las ocho de la noche y, como cada semana, Nueva Cultura Despierta sale al aire cargado de compromiso y sentido. Esta vez, no hubo pasos en el estudio ni saludos cara a cara. La entrevista se dio a través de la pantalla, vía Zoom, como tantas otras veces en este nuevo tiempo donde la virtualidad también nos permite tender puentes.

Del otro lado, desde su casa, con la misma convicción que si estuviera en persona, nos esperaba Santiago Ramírez Borga, secretario de Salud del municipio de Berisso, en la provincia de Buenos Aires. Lo noté sereno pero firme, con la mirada de quien camina todos los días los barrios y no se olvida de lo que hay más allá del escritorio.

Santiago habló de los dispositivos de salud mental y el abordaje del consumo problemático que desarrollan en Berisso. Habló sin tecnicismos ni rodeos, con una claridad que nace de estar cerca de la gente. Nos contó cómo trabajan con equipos interdisciplinarios, cómo se articulan con organizaciones sociales, cómo piensan la salud desde lo comunitario y no como una respuesta aislada desde el sistema.

“No alcanza con hablar. Hay que estar”, dijo en un momento. Y esa frase se quedó colgada en la pantalla, en el aire, en mí. Porque estar es eso: es salir al territorio, mirar de frente, no esconderse detrás de excusas. Estar es caminar al lado, es sostener, es acompañar cuando la desesperanza hace ruido en las casas.

Mientras lo escuchaba, pensaba en tantas historias que llegan cada día: madres que buscan ayuda para sus hijos, jóvenes atravesados por consumos, familias enteras pidiendo una oportunidad. Y saber que en Berisso hay gestión, sí, pero también hay sensibilidad, me devolvió algo de esperanza.

También hablamos de lo que duele: los recursos que no alcanzan, las leyes que no se pueden implementar del todo, la necesidad de un Estado nacional más presente. Pero Santiago no se quedó en el reclamo. Insistió en la articulación con redes comunitarias, en la formación de promotores de salud, en la construcción colectiva de soluciones.

Desde la pantalla, su testimonio fue contundente. Y desde este lado, sentí que compartíamos la misma causa: no mirar para otro lado. Porque desde Nueva Cultura Despierta también creemos que se puede transformar, siempre que se esté dispuesto a escuchar y a comprometerse de verdad.

Terminamos la charla con un agradecimiento mutuo. No hubo abrazos, pero hubo conexión. Porque cuando la palabra es sincera, el medio importa menos. Lo que importa es el mensaje.

Esa noche, al cerrar la computadora y apagar los equipos, me quedó una certeza: en lugares como Berisso se está construyendo una salud pública más humana, más presente, más real. Y eso —en estos tiempos donde sobran discursos pero faltan gestos— vale muchísimo.