Madres que marchan por la vida

 

La voz de Sandra Álvarez llegó desde Mar del Plata como un eco profundo, de esos que nacen del dolor pero que no se detienen ahí: avanzan, se convierten en lucha. Nos convocó con firmeza, desde su filial, a estar presentes este 26 de junio en Plaza de Mayo. La cita no es una más: es el Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas. Pero para muchas de estas madres, no es solo una fecha, es una herida abierta que se vuelve bandera.

 

Desde nuestro programa Nueva Cultura Despierta, que cada martes a las 20 horas abre sus micrófonos a quienes no siempre tienen voz, hablamos con Sandra. Su relato, cargado de memoria y verdad, nos puso de frente a una realidad que no se maquilla con discursos: necesitamos una ley específica en adicciones, que no mezcle, que no esconda, que no reduzca esta problemática al silencio institucional. Porque cuando el Estado no responde, las madres se organizan. Y ellas, que lo han perdido todo o casi todo, deciden pelear.

 

En esa lucha, no está sola. Junto a ella camina Norma Galeano, una militante histórica, una madre que desde hace años pone el cuerpo, la palabra y el corazón en cada marcha, en cada reclamo, en cada abrazo a otras mujeres que atraviesan el mismo infierno. Juntas construyen lo que llamamos Madres Territoriales, una agrupación que no espera respuestas desde arriba, sino que las genera desde el barro, desde la calle, desde el amor.

 

Me emocionó ver cómo, pese a todo, la esperanza no se resigna. Se organiza. Estas mujeres no solo piden una ley; exigen justicia, salud, prevención, acompañamiento, recursos reales. Reivindican el derecho a vivir, a que nuestros pibes y pibas tengan futuro, y a que ninguna madre más tenga que llorar en soledad por la ausencia de respuestas.

 

En el aire del programa, mientras hablábamos con Sandra, sentí una mezcla de impotencia y admiración. Impotencia por lo que aún falta. Admiración por la fuerza que nace cuando la maternidad se vuelve trinchera. Porque ellas militan por la vida. Y cuando lo hacen juntas, logran lo que parecía imposible: convertir el dolor en lucha colectiva.

 

Este 26 de junio, la Plaza de Mayo no será solo un lugar. Será un grito. Será la Casa Rosada escuchando a quienes nunca debieron ser ignoradas. Y ahí estaremos, con nuestra voz, con nuestros cuerpos, con nuestras convicciones, acompañando a esas madres que, como Sandra y Norma, nos enseñan todos los días que rendirse no es una opción.